El escritor

-Señor aquí está su bebida espirituosa.

-Bien, póngala a un lado de la servilleta.

Han pasado los días en los que me han llevado a recapacitar la existencia de mi vida, y estoy seguro que en estos momentos no me pongo a redactar con el pretexto e inspiración que me traen los bares con su exceso de madera y olores agrios.

¿Pero que les puedo decir a los que cuestionan mi forma de vivir? Y es que mi armadura es la pluma y el papel resume en párrafos la historia de mi vida. Quizás suene un poco exagerado pero no sé cómo explicar que mi Sol particular que me ilumina la vida es la blancura que percibo al abrir el cuadernillo.

La vida real como milagrosa a veces puede llegar a ser muy cruel y esa es la belleza de escribir, poner la pluma sobre el papel y ser el que dicta el propio destino de lo que tu imaginación creativa pueda cultivar. Suele ser excitante.

Lo complicado es cuando esa realidad que dicta tu mente empieza a alterar los recuerdos. He llegado a pensar que todos los seres imaginarios que puedan andar en mi cabeza son divinamente reales llegando a la conclusión que no es el escritor el que fabrica el libreto, son las propias personas intangibles que nos escogen, usándonos como herramientas para llegar al plano de la realidad.

No me importa alejarme de la sociedad ni mucho menos busco la aprobación de ésta, prefiero observar a ser observado, prefiero relatar a ser relatado ya que la creatividad proviene cuando tus pensamientos son propios e independientes sin ser influenciados.

Ahora me encuentro sobreviviendo a mi manera y seguiré estando con ustedes hasta el final de mis días, hasta que la tinta se agote drenándome la sangre, tintero de mi alma.

C.O

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